La ateroesclerosis, conocida como el estrechamiento del flujo sanguíneo debido a la acumulación de placas de grasa en las arterias, es una de las principales causas de mortalidad cardiovascular a nivel global. Esta condición representa el 85% de las muertes relacionadas con problemas cardíacos en España. Es un fenómeno alarmante que nos lleva a reflexionar sobre la salud cardiovascular desde etapas tempranas de la vida.

Recientemente, un estudio de la Universidad de Cambridge ha encendido las alarmas. Aunque anteriormente se consideraba que el riesgo de ateroesclerosis comenzaba a partir de la mediana edad, ahora se sugiere que los problemas pueden surgir mucho antes, incluso en la infancia. Esta nueva perspectiva implica un cambio de mentalidad en cuanto al control de los niveles de colesterol, principal culpable en la formación de placas que obstruyen las arterias.

El equipo encargado de la investigación, dirigido por el profesor Ziad Mallat del Instituto Victor Phillip Dahdaleh, utilizó modelos de ratón para observar cómo diferentes dietas influenciaban la acumulación aterosclerótica. En lugar de suministrar una dieta alta en grasas durante largos períodos, el estudio examinó los efectos de una alimentación inestable en distintas etapas del desarrollo.

Mallat comenta que entre los expertos había diferentes opiniones respecto a cómo una dieta intermitente podría afectar el riesgo cardiovascular. Sin embargo, los resultados demostraron que una dieta alta en grasas e intermitente durante la infancia resultó ser la opción más perjudicial en términos de salud cardiovascular.

Para aplicar estas conclusiones a la población humana, los investigadores analizaron información del Young Finns Study, que ha seguido a jóvenes inscritos desde los años 80. Dicho estudio incluyó a más de 2,000 participantes que se sometieron a escáneres de ultrasonido de sus arterias carótidas a los 30 y 50 años.

Los hallazgos fueron reveladores: aquellos con mayores niveles de colesterol durante su infancia mostraban una mayor acumulación de grasa arterial en la adultez. Esto plantea un mensaje claro: no podemos permitirnos posponer el control del colesterol, ya que la aterosclerosis puede prevenirse si comenzamos la concienciación desde edades tempranas.

Mallat advierte que la aterosclerosis es evitable mediante la reducción de los niveles de colesterol, pero para ello es crucial que empecemos a preocuparnos antes de lo que muchas veces imaginamos. Además, el investigador señala que las fluctuaciones en los niveles de colesterol pueden ser perjudiciales, explicando por qué algunos pacientes que toman estatinas de forma intermitente no reducen su riesgo cardiovascular de manera efectiva.

Interrumpir un tratamiento con estatinas puede llevar al organismo a experimentar un efecto rebote del colesterol, lo que afecta negativamente su capacidad para prevenir la acumulación de placas en las arterias. Estos cambios pueden estar ligados a macrófagos, un tipo de célula inmunológica que juega un rol crucial en la limpieza de las paredes arteriales. La investigación demuestra que las alteraciones en el colesterol tienen repercusiones físicas, modificando la expresión genética de estas células y convirtiéndolas en agentes que pueden favorecer la aterosclerosis.